“Intento ser creativo, presentar de forma personal lo íntimo de mi ser que desea expresarse”

Un artista de la cabeza a los pies, un caballero de pies a cabeza. Así me atrevería a definir a Martín Zalba después de haber profundizado en su obra fotográfica y musical, y después de conocer un poco mejor su persona a través de las diferentes conversaciones que han dado lugar a esta entrevista. Martín es músico y compositor, además de fotógrafo. Como fotógrafo, es curioso, inquieto y valiente, capaz de llevar a cabo con maestría registros tan diferentes como los que verás en las fotografías que ilustran esta entrevista. Esta no ha resultado ser una entrevista habitual, al uso. Nos salimos del camino de lo evidente, de lo esperado, para descubrir otras rutas que son las que le han llevado a que su fotografía y su música sean como son. Su personalidad, su creatividad, su visión, su inquietud, sus experiencias… esos detalles que dan forma al caracter de una persona, y que acaban idefectible e inevitablemente plasmados en su arte, son lo que buscamos descubrir con la intención de entender mejor por qué cada cosa es cómo es en su obra y no de otra manera. Más allá de la técnica, la composición, los motivos o encuadres, es la acumulación de todo lo vivido por cada cual lo que lleva a hacer las cosas de una u otra forma en este arte. Y es que la fotografía no es solo la imagen que observas, es también toda la vida que hubo antes del momento de apretar el disparador.

Martín, eres músico y compositor, ¿cómo llegas al mundo de la fotografía?

Pues llego a la fotografía como terapia alternativa a un momento de mi vida en el que me presento a unas oposiciones de profesor, las únicas que se han celebrado en Navarra en 30 años, para una plaza de profesor de composición. No obtuve la plaza. Perdí por un tiempo la ilusión de ser profesor, aunque no tuve más remedio que seguir trabajando y me dije: “vale, de momento no ejerces de músico, pero eres persona creativa y deberías seguir trabajando en otra faceta que no sea la música, y así aterricé en la fotografía en el año 2008. 

Además, llevaba bastantes años componiendo ininterrumpidamente y mi cabeza necesitaba un descanso, porque comenzaba a decir lo mismo de diferentes maneras y en arte pienso que hay que decir cosas diferentes en cada obra. Me ha ocurrido lo mismo con la fotografía, también he hecho periodos de alejamiento para madurar. Opino que esta dinámica es necesaria si se desea avanzar. Tengo la suerte de alternar entre ambas facetas y últimamente creo que estoy consiguiendo aunarlas en mis vídeos con mi música. Así amplio el punto de vista fotográfico y lo uno a mi música.

¿Has seguido alguna formación fotográfica o eres autodidacta? 

Mi formación ha sido y sigue siendo autodidacta. He aprendido, aprendo mucho de la mano de compañeros fotógrafos, de tutoriales de Internet, pero siempre lo pruebo todo, y al mismo tiempo que proceso fotografías, investigo y busco nuevas vías de revelado que sean lo más acertadas, retocando cada vez más sólo lo necesario, ya que la fotografía se degrada en cada paso de procesado, esa es mi opinión. Conforme retoco las fotografías, voy evolucionando en la manera de hacerlo. Cada imagen es un mundo,  requiere un tratamiento diferente, personalizado. Pruebo varios métodos de trabajo sobre un retoque concreto y después me decido por el que me convence más. Soy curioso, exploro las diferentes posibilidades que tiene cada herramienta (sobre todo, en Photoshop). Casi todos los días dedico parte del  tiempo a analizar fotografías desde diferentes aspectos. De esa manera, mi bagaje visual y el sentido crítico y estético se van enriqueciendo. Siempre aprendo algo de los demás y me quedo con lo que me parece interesante. Observando el trabajo de otros  vienen ideas que, después de tamizarlas, se incorporan de forma personal a mi trabajo. Tal vez una de las metas más importantes en el arte  es que tu trabajo sea personal, reconocible, diferenciado del de los demás y llegar a eso es difícil y costoso. Sigo pensando que hay más “recreadores” que creadores y lo veo constantemente en fotografía y en música.

Me gustaría que nuestros lectores pudieran conocerte un poco más, no solo a través de tu fotografía, sino también a través de tu música. Por favor, háblanos un poco de esa faceta tuya y cuéntanos cómo podemos escuchar tu obra.

Comencé mi carrera dando recitales de piano, tocando con orquestas sinfónicas, y al mismo tiempo  terminaba los estudios de composición. Tuve oportunidad de trabajar como profesor de contrapunto y fuga en el conservatorio de Pamplona, me trasladé allí y dejé mi labor como profesor y concertista. Desde entonces me dediqué a la composición. Ésta me ha dado muchas satisfacciones profesionales y personales. Casi toda mi obra no sinfónica se ha grabado y estrenado en los festivales más importantes de España. Parte de mi obra está publicada en editoriales españolas y extranjeras, hay CDs monográficos de mi música, muchas emisiones en TV, Radio Clásica de RNE, Fundación Juan March, etc. 

Mi música podría encuadrarse en un estilo impresionista-modal, que no renuncia a la melodía y que generalmente tiene bastante textura contrapuntística. Es música “no contemporánea” si se entiende por ésta a la música de vanguardia. Pienso que es asequible, con un lenguaje más o menos cercano. Como en fotografía, intento ser creativo, presentar de forma personal lo íntimo de mí que desea expresarse.  

Ahora trato de asimilar la composición para medios audiovisuales ya que al ser música complementaria a la imagen, debe tener menos concentración de contenido que la música destinada a escucharse en una sala de conciertos. Esta es, por decirlo de alguna manera, autosuficiente. La destinada a medios audiovisuales, está pendiente de la imagen, es realzadora…  Son dos tipos de música con planteamientos  distintos. No me resulta  fácil  porque estoy acostumbrado  a componer música “densa”. Mi obra está recopilada en el siguiente enlace: https://soundcloud.com/martinzalba. Allí se pueden escuchar las grabaciones de casi todo lo que he producido.

Tu caso me llama mucho la atención. He podido escuchar algunas de tus composiciones y debo confesar que me impresiona tu talento, pero es que, además, admiro mucho tu obra fotográfica. Creo que hay que ser una persona tremendamente creativa y sensible para ofrecer tanto en dos formas de expresión artística tan diferentes y que requieren de tanta formación y talento como son la música y la fotografía…

Respecto a la creatividad, pienso que se nace con ella y si uno es consciente de que la tiene, debería desarrollarla, materializarla, compartirla. Si una persona es creativa, tiene una necesidad interior  de darle cuerpo y forma y encontrarle una salida material. Pienso que debería ser así.

 Antes de la fotografía dibujaba mucho, hice durante unos años óleo y después pasé por la acuarela. Para trabajar en esas técnicas, es necesario ver pintura, dibujos, ir a exposiciones de arte… Soy asiduo  de las exposiciones, visitas a museos, Internet, etc. A la creatividad hay que darle alimento y todo vale, cualquier rama del arte la nutre.

Como sabes por nuestra conversación previa a esta entrevista, también soy músico y me parece ver muchos puntos en común entre música y fotografía, aunque puedan parecer dos expresiones artísticas muy diferentes… Ambas son excelentes vehículos para transmitir emociones y sentimientos, reflejan fielmente estados de ánimo, tienen un gran poder narrativo, son lenguajes universales…

Pienso que fotografía y música son aparentemente distantes pero las veo cercanas, yo intento acercarlas.  La música, al igual que la fotografía, tiene proporciones, espacio, volumen, texturas, densidad, luz, oscuridad… lo que ocurre que sólo las vemos y sentimos en nuestra inteligencia y corazón en el momento que la estamos escuchando. Ambas disciplinas evocan, recrean, nos llevan de viaje por mundos interiores, sentimientos, recuerdos, estados de ánimo ya pasados… 

Con frecuencia, cuando compongo, pienso en ambientes que he visto en fotos, en luces con determinados colores y texturas, en distancias, en diferentes planos de atención. Resulta que en fotografía ocurre parecido. Hay ocasiones, cuando hago fotografía, que estoy canturreando melodías  porque lo que veo a través del visor de la cámara me lo provoca y si no, cuando monto un vídeo de mis fotos con mi música, o ahora con el dron, compongo en base a lo que veo en las imágenes. Me parece que en todo esto hay un sólo secreto: mucho amor, mucho trabajo y mucha constancia. Los compositores hablamos de los colores y texturas orquestales cuando orquestamos una obra: pensamos en el peso, densidad de la música, el recorrido en el tiempo. Ambas disciplinas las intuyo como un viaje: la música en el tiempo, la fotografía, en el espacio, luz y color,  y ambas comparten esas y otras dimensiones. Son grandes vehículos emocionales, narrativos, lenguajes universales en diferente medio físico. 

Además, creo que se puede «ver» mucho del mundo interior de la persona que hay tras el arte si observamos con atención, tanto en la música como en la fotografía, ¿cuánto de uno mismo hay en la propia obra?

¿De uno mismo? Pues todo lo que uno quiera expresar y sea capaz de hacerlo a través de la técnica. La falta de técnica nos esclaviza porque podemos tener buenas ideas pero si no tenemos la técnica suficiente para poder plasmarlo…  Strawinsky  decía que la música en sí no expresa nada en concreto, es  subjetiva porque en el momento de escucharla, cada persona experimenta diferentes reacciones, estados de ánimo, pensamientos, recuerdos, experiencias. Probablemente, el creador bueno sabe activar estos mecanismos como también una fotografía nos suscita cosas parecidas. Tal vez la fotografía sea más lineal y la música en estos aspectos, más amplia. La música, sensación y la fotografía impresión. También me he planteado siempre que los grandes creadores sean aquellos que permanecen presentes a través de las modas y las épocas en todas las artes y que el contenido de su mensaje perdura a través de los tiempos: El “uno mismo” que es capaz de conectar con el “uno mismo” de los demás en diferentes momentos… ¿formamos ya parte de la eternidad y queremos plasmarla de alguna manera? ¿Transmitir el interior de uno mismo a través de la belleza?¿Tal vez nuestro mundo sea parte de un ser superior y nosotros una partícula de todo ello?

Estoy de acuerdo en que la falta de técnica puede ser un límite hasta cierto punto, ¿pero no crees que la creatividad está por encima y es más necesaria que la técnica? Al fin y al cabo, todos podemos aprender la técnica con estudio, sin embargo, el talento y la creatividad es algo innato.

Desde pequeños partimos de un grado de creatividad que a través del aprendizaje, de la técnica, si la trabajamos, se va desarrollando  y ampliando. Tal vez la creatividad no tenga límites, como si fuese un camino sin fin lleno de bifurcaciones que recorremos hasta nuestros últimos días. Es posible que la misma creatividad  exija  cada vez más a la  técnica para  desarrollarse y evolucionar.

En ambas artes, música y fotografía, hablamos de composición y en las dos se podría decir que tienen un sentido similar en cuanto al resultado final. Sin embargo, las «materias primas» son muy diferentes, en la música se compone creando desde cero y en la fotografía existen unos elementos en la escena y se compone ordenando entre ellos…

Sí, es cierto, pero en fotografía buscamos de entrada una composición de elementos que, según nuestro punto de vista, tiene un orden, una proporción. Quizás el bodegón sea el más cercano a una composición musical porque partimos desde cero, como en la música hablamos de un pentagrama vacío. Si pensamos en la fotografía de paisaje, es cierto que tenemos una materia prima de partida y ahí tal vez nos alejamos más entre las dos artes. En música existe lo que se denomina música descriptiva y música de programa. La primera describe escenas, paisajes, etc. La segunda profundiza en un argumento, generalmente literario (una frase, un poema) y además está la ópera, que integra todas las artes. En ella la “escena” no deja de ser una representación visual de diferentes situaciones del argumento, por eso me parece que desde siempre han estado muy próximas.

Habitualmente, la fotografía nos hace ver de otra manera, desarrollamos una percepción diferente de nuestro entorno, empezamos a apreciar la belleza que nos pasaba desapercibida… ¿cómo fue ese proceso para ti y qué crees que te ha aportado a nivel personal?

Aprender a ver. Es lo que más me ha aportado la fotografía. En música ya lo practicaba en el “aprender a escuchar”, tan sólo lo apliqué a la fotografía.  A los alumnos  les recalco  que no es suficiente con ver: hay que mirar. Mirar es ver con conciencia y análisis para conocer las intenciones “entre líneas” (en este caso entre la grafía musical de una composición).  El compositor brinda la mayoría de la información del contenido musical en la particular manera de escribir la partitura. No nos dice con palabras lo que quiere expresar en la música, porque eso es casi  imposible, a no ser que a la partitura le añada un comentario escrito. Ese proceso comenzó cuando empecé a enredar con el lápiz y sigo aprendiendo a ver, a ser más consciente de los detalles, lo mismo que a escuchar. Hay diferentes maneras de ir a un concierto: a “escuchar” una obra, a conocerla, o  a “estudiar” la interpretación de una composición. Pienso que la belleza profunda de las cosas casi siempre está escondida y que conforme profundizamos en los detalles, más nos acercamos a ella. Tal vez la fotografía es un arte más concreto y la música, más abstracto, lo mismo que la vista y el oído.

¿Dirías que la sensibilidad y experiencia que te aporta tu faceta como músico y compositor se refleja de alguna manera en tu fotografía?

Sí, claro. Pienso que la fotografía tiene su ritmo visual y su recorrido emocional. Ambos aspectos están presentes  en la fotografía y en la música. Para mí son como un viaje con su recorrido en el que hay paradas intermedias donde quedarse a contemplar, a evocar, a soñar. Ambas son generadoras de “ambiente”. La sensibilidad sea tal vez una manera profunda y sofisticada de ver las cosas, de plasmarlas con un punto de vista sutil y personal. Los mínimos detalles presentados de forma personal puedan ser quizás la esencia de la sensibilidad. Encuentro rincones escondidos donde hacer una parada, tanto en una fotografía como en música. En la fotografía todo está quieto, en la música no, porque el tiempo pasa, se suceden las cosas hasta llegar al final, el sonido se mueve…

¿Y al contrario? ¿Sientes que tu experiencia fotográfica se está plasmando en tus composiciones musicales de alguna forma?

En este momento sí, porque estoy componiendo para la imagen, sobre todo desde que tengo el dron y estoy con mis primeros vídeos. Es un privilegio poder componer lo que siento cuando estoy en ese lugar y lo expreso además con las imágenes del vídeo. No se puede pedir más, ya que aúno las dos actividades que ocupan mi vida artística. El dron me permite alcanzar un sueño que siempre he tenido: volar. Nunca podré hacerlo físicamente, es un sucedáneo. El dron aporta el punto de vista aéreo y me acerca más a contemplar las cosas desde un lugar que no es el suelo, y esto es un gran descubrimiento para mí.

Es increíble como han evolucionado los drones y los nuevos caminos que han abierto. Vemos el mundo desde otra perspectiva totalmente nueva y cada vez son más los fotógrafos que encuentran nuevas vías de expresión gracias a esta tecnología…

Sí, es lo bueno de nuestra época de gran desarrollo tecnológico, que nos permite abordar muchos aspectos de la ciencia y el arte desde otros puntos de vista, o desde los de siempre, pero con mucha más profundidad. Es un recurso en pleno auge y en etapa de crecimiento y desarrollo respecto a sus posibilidades. Creo que en España van a modificar la legislación porque en este momento es muy restrictiva, hasta el punto de que el sector industrial no puede desarrollarse satisfactoriamente. Veremos en qué consisten esos cambios, espero que para mejor.

El punto de vista es el de un ave o el de una criatura que tiene la posibilidad de mantenerse flotando,  una  maravillosa forma de ver las cosas. Todos sentimos fascinación por la vista de pájaro ya que estamos tan atados al suelo… Pienso que sea una de las satisfacciones más íntimas de los montañeros y escaladores: la visión de un ave.

Buena parte de tu obra se centra en la fotografía arquitectónica. En ella podemos ver armonía, ritmo, patrones, espacios, simetrías, fugas… se podría afirmar que encontramos cierta musicalidad, ¿es uno de los motivos que te atrapa de esta disciplina? ¿Es, tal vez, lo que buscas transmitir con ella?

Si, estoy muy de acuerdo con la pregunta. A mis alumnos de composición siempre les he dicho que una composición musical es un edificio sonoro que se construye desde cero (cimientos, estructura, paredes, fachada, etc) y  en la partitura, se deja amueblado hasta el último detalle de la decoración, nada queda al azar. De la misma manera que concibo una obra musical, a mis fotografías de arquitectura les imprimo un ritmo en las líneas y en la perspectiva, una musicalidad en la luz, un orden establecido que busco, una proporción áurea que comparte con la música… 

Llevo poco tiempo con la fotografía de arquitectura, y me parece que practicar el bodegón me abocó a ella. El procesado que aplico, lo he aprendido de otros fotógrafos. Lo que más me gusta de su estética es la intemporalidad que destila. Es como una burbuja detenida en el  tiempo, flotante, en la que está encerrada la luz, la simetría, la asimetría, la perspectiva… Hace poco  enseñé unas fotos de arquitectura a algunos fotógrafos y me decían que eso ya no era fotografía, que era más una imagen o ilustración. Yo lo tengo como una forma particular de ver una realidad que transformo, a la que me gusta dar una interpretación personal. Si desde una fotografía termino en una imagen, estupendo, porque para realidad, con hacer las fotos y presentarlas tal como nos las da la cámara… En este sentido, estoy abierto a la originalidad de cómo representar la realidad en la fotografía.

Fotografía, imagen, ilustración… Dejando de lado los fotomontajes, que son otra historia, cuando hablamos de técnicas de procesado, ya sea en mayor o menor profundidad, me parece ver en el mundo de la fotografía como si existiera una necesidad de crear límites y poner etiquetas, y cada vez lo entiendo menos. Parece incluso como si hubiera que posicionarse: estás en un «bando» o en el contrario, pero es como si no pudieras estar en los dos. Y siempre me pregunto, ¿por qué no podemos hacer simplemente lo que nos apetezca y dar rienda suelta a nuestra creatividad y visión personal como mejor nos parezca y con las herramientas que queramos? ¿Tiene sentido limitar el arte?

Tratar de poner límite a las cosas me parece síntoma de inseguridad, de desconocimiento-incultura o de miedo a lo desconocido. Es como no querer soltar el flotador al que estamos amarrados en la piscina cuando queremos aprender a nadar… Efectivamente, debe existir la libertad en la creatividad. El problema es que a muchas personas les crea sensación de inseguridad o de desconcierto cuando las llevan a terrenos desconocidos, porque en lo nuevo muchas veces no hay referencias y la falta de éstas da inseguridad. Es como si de repente diéramos un salto a una nueva dimensión que hasta ahora no conocíamos y no sabemos qué pensar o cómo comportarnos allí. 

En este momento me viene a la memoria el nombre de la fotógrafa (más artista que otra cosa) Sol Marrades, española, de Valencia, que es seleccionadora en 1x.com. Si veis sus trabajos, observaréis la fusión que hace de fotografía y arte plástico (pintura) con el retoque digital, supongo que Photoshop. Además de una gran artista, con una visión muy avanzada, personal y creativa, posee una técnica de procesado que ya la quisiera para mi. Ella, entre otros muchos casos, es un ejemplo vivo de vanguardia creativa, de un gusto exquisito, al menos para mi. Sus imágenes sorprenden, detrás de ellas hay un conocimiento profundísimo de la pintura, de las distintas técnicas pictóricas y la cito a ella como ejemplo de libre creatividad, pero hay otras estéticas diferentes igual de válidas. Muchos de sus trabajos tienen un fondo “clásico” o “convencional” pero impregnados de un gran avance visual. Ella es uno de esos modelos admirables que justifican las preguntas que me haces en esta parte de la entrevista. (Enlace a sus trabajos en 1x.com aquí)

Pienso que no hay que estar en ningún bando, que hay que permanecer dentro de uno mismo tratando de avanzar, buscando la manera más personal de transmitir tus vivencias a través del arte, no olvidando que el arte es un lenguaje, un medio de comunicación, íntimo y personal, con los demás.

Es que ahora las herramientas son digitales, y creo que hay que explorarlas hasta sus límites, ¿qué tiene de malo? Por volver a usar una analogía musical, ¿te imaginas que los músicos de jazz hubieran ignorado la aparición de la guitarra eléctrica en los años 30 o que los grupos progresivos hubieran rechazado el sintetizador en los 60 y 70 sin llegar explorar sus posibilidades? ¿Qué sentido habría tenido eso? ¿No crees que pasa algo parecido con el procesado digital en fotografía?

Pues tienes toda la razón. No podemos negar el desarrollo, porque las mejoras son inherentes al ser humano, así como su curiosidad por saber el origen y el porqué de las cosas. 

Esto también lo debemos aplicar al procesado fotográfico. En música, por poner un ejemplo tonto, podríamos hablar de la evolución en la construcción de los instrumentos musicales. Hoy en día siguen evolucionando, y de qué manera, con estudios profundos de acústica, materiales, resistencias, etc. Es curioso, pero nadie ha conseguido reproducir los barnices que se fabricaba Stradivarius para sus violines, residiendo en ellos gran parte de la magia de su sonoridad, y creo que se sigue investigando.

 Por todas partes hay avances… el formato digital de las fotografías necesita del retoque informático, las cámaras son cada vez más sofisticadas, pero de momento no llegan a alcanzar la riqueza visual que tienen nuestros ojos. Entonces, no queda más remedio que recurrir al retoque. Es verdad que la fotografía de documental, de prensa, de noticias rápidas, no tiene tiempo del retoque porque debe publicarse inmediatamente. Pero en la fotografía artística, es bastante imprescindible. Hay especialistas de retrato en retoque de piel o de ojos, etc, así que fíjate si se hila fino con el retoque artístico profesional…

En música, cuando compongo, parto de una idea inicial que voy puliendo en los detalles a través de mi propio oficio. Cuando estoy orquestando, manejo una infinita paleta de timbres que voy modelando, los mezclo, los destaco, los escondo, les doy peso, ligereza… Este trabajo de toma de micro-decisiones lleva mucho tiempo porque todas están interrelacionadas, unas compensan a otras. 

Por eso, una composición musical de ocho minutos puede llevar tras de sí el trabajo de un año, porque además de madurar la obra, hay que dejarla redonda, completa y en fotografía es lo mismo pero a una escala mucho menor.

Arquitectura, paisaje, bodegones, nocturnas… Viendo tu obra pareces un fotógrafo lleno de inquietudes y valiente a la hora de lanzarte a probar cosas. Pero, de todas estas disciplinas, ¿cual es la que más te llena y por qué?

Siempre he sido curioso, explorador. Si desarrollo una variedad de disciplinas, es porque las unas se complementan con las otras; bodegón y arquitectura, me parece que van bastante cercanas. Pienso que es importante trabajar diferentes ramas de la fotografía porque es muy enriquecedor y hay mucha relación entre todas. Hay procedimientos de procesado que aplico en principio a una técnica y después la incorporo en otra diferente. 

Busco espacios que permitan desplegar la creatividad. Por eso casi desde mis inicios comencé con la fotografía nocturna. Tiene planteamientos muy diferentes a la diurna. Cuando comencé con lo nocturno casi nadie lo conocía. Ahora hay grandes especialistas. 

En los foros de fotografía me veían como un bicho raro, “eso no es fotografía, porque hay que retocar mucho…” También comencé  pronto con el infrarrojo y para rizar el rizo, con el infrarrojo nocturno que es más complicado. El infrarrojo es muy diferente a todo lo demás, me interesa mucho. 

La disciplina que más me atrae es la nocturna. Es mi compañera desde que comencé. Me atrapó su estética, la luz tan especial de la noche, una forma diferente de ver los espacios… y, sobre todo, contemplar el cielo nocturno, tan profundo, tan esencial, mi ventana particular al universo, a lo inabarcable…a la meditación, a la contemplación.

Observando tus fotografías nocturnas tenía una sensación que ahora acabas de confirmarme con esas palabras. Veo que en tus nocturnas no solo se trata de una cuestión estética, hay algo mas, digamos, «espiritual», reflexivo… Hablanos un poco más sobre ello, por favor.

Un día, encontré a la noche y ella a mí en medio de un campo, y me parece que los ojos de la noche sean el cielo que nos mira siempre en silencio… Por eso nos miramos mutuamente y a través de nuestras miradas percibo lo diminuto de mi y necesito tener siempre presente ese sentimiento, y no se cómo, pero se traspasa a mis fotos nocturnas. No lo puedo explicar con palabras, por eso trato de decirlo con las fotos.

 Es una paz interior, una inmensidad en miniatura que tiene aspecto de paisaje nocturno… Contemplar el cielo y pensar que la luz que llega de algunas las estrellas haya cesado hace millones de años es motivo para reflexionar sobre muchas cosas. Estar al lado de cualquier piedra y no saber su edad y pensar que va a permanecer casi inalterable cuando uno haya desaparecido da para pensar… sentirse solo en la oscuridad ayuda a encontrarse a uno mismo. Pero hay que acostumbrarse, porque estamos hechos para el día, pertenecemos al día, casi siempre estamos de espaldas a la noche porque debemos dormir.

Hablabas antes sobre la fotografía infrarroja. Es un campo desconocido para la mayoría de nosotros, ¿podrías darnos unas pinceladas sobre técnica, filtros y procesado para poder hacernos mejor idea?

Bueno, aquí sería muy largo de explicar, tal vez avanzamos más rápido si dejamos a los lectores un artículo que se acaba de publicar en la revista LMF. Su director, Nestor Rodán, me invitó a escribirlo y allí está. (Puedes descargar la revista pulsando aquí).

En cada una de esas disciplinas que practicas utilizas estilos de procesado muy diferentes, acordes a cada una, y, sin embargo, todos me resultan muy personales y con un estilo propio. ¿Qué camino has seguido hasta dar con tu propio estilo de procesado en disciplinas fotográficas tan diferentes? 

Como comentaba antes, tener un bagaje visual fotográfico del que partir, es esencial, para después elaborar en tu mente el resultado que deseas obtener en cada foto. Supongo que a pesar de ser técnicas y temáticas diferentes, hay unos criterios estéticos comunes que actúan detrás del modo personal de ver las cosas, que se va educando y evolucionando y que como pertenecen a la misma persona, le son comunes. ¿Tal vez sea esa una aproximación a lo que definiríamos como “un estilo propio”? En ese estilo propio o manera de hacer y ver resida tal vez ese toque personal respecto de tratar la luz, el color, la propia composición, etc.

Muchas gracias por esta entrevista, Martín. Me ha resultado muy inspiradora y estoy seguro de que a nuestros lectores también se lo parecerá, ya que nos ha permitido conocerte mejor para poder valorar de un modo más profundo tanto tu obra fotográfica como musical. Si hay algo que quieras añadir para despedir la entrevista, este es el momento…

Pues a quien haya llegado hasta aquí, ¡que tiene mucha paciencia de haber leído este tocho! A ti, darte las gracias por tomarte el trabajo de conocer mis cosas y de hacer esta entrevista. Estas son mis ideas actuales, siempre en revisión, siempre dudando, porque la duda razonable es nuestro mejor tesoro… Muchísimas gracias por tu interés. Gracias a todos por llegar hasta este punto final.

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