Javier de la Torre escribía en este primer número un artículo sobre sus viajes fotográficos a Nueva York, hablándonos acerca de algunos de sus trucos, localizaciones preferidas, anécdotas y vivencias en la Gran Manzana.
Este y más artículos pueden descargarlos en la revista de Fotógrafo Nocturno.
Nueva York, la ciudad que no me deja dormir
Mayo de 2000. Aquí empieza una historia de profunda atracción, una atracción casi obsesiva por Nueva York, la que dicen que es la ciudad que nunca duerme. Y es cierto. En la isla de Manhattan hay actividad las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana. Pero para mí, Nueva York es la ciudad que no me deja dormir.
En el año 2000 visité la ciudad como uno más de los millones de turistas que la visitan cada año, o incluso peor. En mi primer viaje a Nueva York fui sin cámara y las fotos las iba haciendo con las cámaras que llevaban mis amigos. Tras ese viaje me dediqué a recopilar las fotos que había hecho y que estaban repartidas por las distintas cámaras, para ponerlas todas en un álbum.
Un año y cuatro meses después, una de esas fotos cobró un valor especial. No por su calidad artística como fotografía, sino por su profundo valor y sentido emocional. Catorce años después, solo de pensar que yo estuve allí hace que se me encoja el corazón, que se me erice el bello en los brazos y que un escalofrío recorra mi cuerpo.
Tuvieron que pasar doce años para que mis condiciones y situación personal me permitiesen volver a Nueva York. Doce años que me permitieron madurar como persona y como fotógrafo. Volví a Nueva York de la mano de Raquel, que además de ser el amor de mi vida, es una grandísima fotógrafa, con una sensibilidad y una capacidad compositiva que nos convierte en complementos perfectos a la hora de fotografiar.
Esta vez iba con ideas muy claras, con encuadres vistos y con varias lecciones aprendidas de los errores cometidos en mi primer viaje.drodrohdrodrohf
La primera de esas lecciones que llevaba aprendidas era que, si viajas a Nueva York pensando en fotografía, no subas al Empire State. La terraza del Empire State es horrible, es estrecha, está llena a todas horas, abarrotada de turistas, y lo peor de todo, esta enrejada, con lo que las posibilidades de hacer alguna foto en condiciones son muy pocas. Si quieres una bonita panorámica de la ciudad y disfrutar de las vistas del icónico Empire State, sube al Top of the Rock, la azotea del Rockefeller Center.

Y si vas a subir al Top of the Rock, lo mejor es hacerlo al atardecer, aunque esto también tiene sus problemas e inconvenientes. Lo primero que debes saber es que el Top of the Rock tiene horas asignadas para poder subir a la azotea. Por lo tanto debes sacar tu entrada pidiendo la hora exacta a la que quieres subir, y esa hora es más o menos una hora y media antes de la hora a la que se ponga el Sol. La entrada debes sacarla por la mañana porque ese es el siguiente inconveniente, a pesar de que la terraza del Top of the Rock tiene orientación Norte-Sur y la puesta de sol como tal no llega a verse, cientos de personas suben a la terraza para verla. Por lo tanto, las entradas se agotan rápidamente para las horas correspondientes a esa franja horaria.
Así que, el día que decidas subir a la terraza del Rockefeller Center debes acudir a las taquillas situadas en las plantas inferiores del edificio y sacar tus entradas para la hora adecuada de esa misma tarde.

Una vez llegues arriba, sube a la última de las terrazas. Hay varios niveles de terrazas y las inferiores están acristaladas, pero la última no, y eso te permitirá hacer tus fotografías libres de molestos reflejos. Busca en la barandilla las zonas más anchas de hormigón y espera a poder colocarte justo en una de esas zonas. Una vez lo logres, ni se te ocurra moverte, por mucho que la gente proteste. Los guardias de seguridad no te dirán nada, así que tranquilidad y a disfrutar de un maravilloso atardecer con Nueva York a tus pies.
Y tras la puesta de Sol, llega el que para mi es el momento mágico de luz sobre Nueva York: la hora azul. Cuando la ciudad ya tiene encendida todas sus luces y la iluminación del Empire State empieza a lucir en todo su esplendor. Llegó el momento de esa foto que todos llevamos en mente.
El último de los inconvenientes que debes conocer es el hecho de que, debido a la gran cantidad de gente que sube al Top of the Rock, no está permitido el uso de trípodes en la azotea. Es una pena, pero es lógico. Eso si, nadie dijo nada de usar minitrípodes. Si logras posicionarte en una de las zonas anchas de hormigón de la barandilla tendrás sitio de sobra para poner un mini trípode sin problemas, lo que te permitiría hacer panorámicas, largas exposiciones, incluso nocturnas.
Yo usé un Oben TT-100 de aluminio, que permite montar tu propia rótula (en mi caso una Sirui K30X), por lo que la estabilidad de la cámara con su objetivo y todo lo que se te ocurra ponerle (grip, portafiltros, filtros, etc), está asegurada. Y una vez cae la noche, el espectáculo continúa.

Otra de las lecciones que llevaba aprendida era la buena predisposición de los neoyorkinos para ser fotografiados. Están muy acostumbrados a las cámaras y la mayoría de las veces no se van a molestar si te sorprenden incluyéndoles en tu encuadre. Y entre los neoyorkinos incluimos a los taxistas y a la policía. Con esa premisa y obligándome a perder mi vergüenza innata para acercarme a la gente y/o a sus vehículos, me lancé a las calles de Nueva York en busca de encuadres.

Y el mejor lugar para encontrar en un espacio reducido un gran número de gente, taxistas y policías con sus respectivos vehículos es Times Square. Además, esta plaza cuenta con un aspecto que los fotógrafos podemos aprovechar. Se trata de su descomunal iluminación, gracias a las muchas y enormes pantallas publicitarias que componen el aspecto más destacado de la decoración de Times Square. Esto nos permite poder realizar fotografías sin necesidad de usar el trípode a cualquier hora del día, incluso de noche, lo que nos da la agilidad y rapidez que exige el tipo de fotografía que iba persiguiendo.

Uno de los personajes que “habitan” en Times Square es el Naked Cowboy, quien independientemente de la temperatura que haga, siempre se pasea casi desnudo.
Los taxis se han convertido en verdaderos iconos de la Gran Manzana y tenía claro que serían protagonistas de muchas de mis fotografías.
Y no solo de taxis están pobladas las calles de Nueva York. Los coches de la policía, imponentes y perfectos para reflejar los colores de la ciudad gracias a su color blanco.

En mi último viaje a Nueva York, una tarde de sábado, justo después de comer, sucedió algo que cómo una bomba destrozó los ánimos de todos los que allí estábamos. Se puso a diluviar. Así que estando aburridos en el apartamento esperando a que dejase de llover, una sucesión de conceptos empezaron a agolparse en mi cabeza. “Nueva York… sábado por la tarde… lluvia… coches… Times Square… lluvia… ¡atasco monumental!” Y algo en mi mente hizo clic. Sin previo aviso me levanté y con una gran emoción recorriendo mi cuerpo le dije a mis compañeros, “¡nos vamos a Times Square!”
En menos de 5 minutos estábamos en la calle de camino a Times Square y yo les daba todo tipo de explicaciones de lo que se me estaba pasando por la mente: “Está lloviendo, pero cuando deje de llover ya tenemos que estar allí. Cuando deje de llover el suelo estará mojado, lleno de charcos, pero se secará rápido. El atasco está garantizado, así que no tengáis miedo de meteros en medio del tráfico. Los coches no se van a mover o lo van a hacer muy lentamente. Se trata de captar imágenes que reflejen otra de las características de Nueva York: sus atascos”. Y llegamos a Times Square. Tuvimos que esperar un rato a que dejase de llover pero, cuando aún caían las últimas gotas, nos dividimos por parejas, fijamos un punto de encuentro para una hora más tarde y nos zambullimos en el tremendo atasco que reinaba en esas tarde lluviosa de sábado.
Y cuando todo está colapsado y las aceras abarrotadas de turistas, ¿por donde caminan los neoyorkinos? Los atrevidos y con más desparpajo saltan al asfalto, donde es más sencillo esquivar coches y charcos que tratar de no chocar con los turistas.
¿Y qué mejor manera que salvar un atasco monumental en el centro de Manhattan una tarde lluviosa de sábado que con una excavadora? Así son los americanos, todo a lo grande.
Otro de los aspectos que sabía que tenía que tener en cuenta a la hora de fotografiar Nueva York a pie de calle, eran las enormes y duras sombras que generan sus grandes rascacielos, por lo que si quieres evitar esos grandes contrastes, una de dos, o madrugas para usar las luces del amanecer, o esperas a la hora azul tras la puesta de Sol.
Lo más cómodo y sencillo es esperar a la hora azul. Además, hay que reconocer que la hora azul en Nueva York es espectacular y se consiguen fotografías impactantes gracias al contraste de las luces de la ciudad con un cielo azul precioso. Pero madrugar para hacer el amanecer tiene una recompensa adicional que no se puede lograr por la tarde. Levantarte pronto te permite disfrutar de una ciudad tranquila, prácticamente sin movimiento, donde todo el bullicio de turistas mezclados con los trabajadores y habitantes de Manhattan ha desaparecido.
Entonces disfrutas de una ciudad acogedora y la sientes de una forma mucho más directa, mucho más personal. Y, si sabes escuchar, puedes oír como esa enorme ciudad empieza a despertar poco a poco, bañada por la cálida luz del amanecer.
Y para levantarnos a hacer el amanecer, contábamos con un gran aliado, el jet lag, que logra despertarte de madrugada con una facilidad pasmosa.
Nueva York es una ciudad que, gracias a esos grandes rascacielos, contrastando aquellos construidos de ladrillos con grandes estructuras de cristal que generan reflejos por todas partes, y mezclando distintos estilos arquitectónicos, se presta a un tipo de fotografía en auge en los últimos años.
Líneas rectas, diagonales y contrapicados, junto a un blanco y negro muy potente generan una fotografías de gran impacto visual, mostrando los iconos de Nueva York de una forma mucho más artística, donde la imaginación del fotógrafo y su habilidad con el manejo de las luces y las sombras en el procesado logran una visión de la ciudad evocadora y al mismo tiempo irreal.

Pero para lograr este tipo de fotografías nos volvemos a encontrar con el problema de las sombras, por lo que si queremos lograr unos resultados óptimos debemos olvidarnos de disparar durante las horas de luz diurna. Además, también nos encontramos con el problema de que suelen ser lugares muy transitados, el Empire State, el edificio Chrysler, junto a Grand Central Station o la Bolsa en Wall Street, son de visita obligada para los turistas, por lo que la mejor hora para poder trabajar sin problemas con el trípode es, sin duda, el amanecer.
Aunque en el caso, por ejemplo, de Wall Street, al igual que en otros puntos muy concretos de la ciudad, el uso de trípodes está prohibido. Desde los atentados del 11-S, la seguridad se ha convertido en algo obsesivo en Estados Unidos en general y en Nueva York en particular, y la ciudad es vigilada por más de 34.000 oficiales. Yo ya he sufrido varios encontronazos con las fuerzas del orden en Estados Unidos, y es verdad que, aunque por norma general suelen ser amables con el turista, cuando de cumplir las leyes se trata son correctos, pero tajantes. En esos casos, lo mejor es no poner ningún tipo de problema y obedecer las indicaciones que te den.
Javier de la Torre
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