Hoy os dejamos con un fotógrafo de la casa Jesús M. Flores que ha sido entrevistado por Enrique E. Domínguez en ella nos hablarán de la importancia de la planificación de una fotografía.

Se define a sí mismo como un “obsesivo compulsivo de la perfección”, y lo cierto es que las fotografías de Jesús M. García Flores están cuidadas hasta en el más mínimo detalle. Son fruto de una rigurosa planificación que nos cuenta en detalle en esta entrevista y, por supusto, de muchos años de trabajo duro, formación y un constante afán de superación. Jesús respira fotografía y se nota en cada una de sus palabras.

La fotografía te viene de familia, algo que ya te corría por la sangre desde bien pequeño…
Sí. Mi familia, de un modo u otro, siempre ha estado vinculada al mundo de la fotografía. Mi abuelo, mis tíos, mi padre… En casa siempre había una cámara con la que trastear, pero llegada la hora de decidir qué estudiar, opté por informática. Eso de cacharrear con los ordenadores y hacer mis propios programas me llamaba más la atención.

Pues, a la larga, combinar informática y fotografía ha resultado ser la receta perfecta para ti…
Así es. En el año 2002 nació mi hijo, y mi mujer me regaló mi primera cámara digital para que le hiciera fotos al niño según iba creciendo. Este fue el punto de inflexión donde comprendí que ahora podía unir mis dos grandes pasiones: la informática y la fotografía. Gracias a los conocimientos que había adquirido sobre electrónica e informática, ahora sí podía sacar el máximo de calidad a mis nuevos archivos digitales. ¡Un mundo se abría ante mis ojos!

Muchas de tus fotos están hechas en momentos climáticos complicados, en lugares difíciles de alcanzar. ¿Cuánto se puede llegar a sufrir para lograr la foto que se quiere conseguir?
Una de las fotografías que más me ha costado conseguir ha sido “Red cabins”, realizada en el año 2015 en Lofoten, Noruega. Cuando planificamos un viaje lo hacemos incluso con más de seis meses de antelación, conocer la climatología que vamos a tener para esa fecha es imposible. A los dos días de llegar a Noruega, recibimos una alerta de Huracán. El huracán Olé, tiene guasa el nombre…, con vientos sostenidos de más de 125 km/h. Durante dos días no pudimos salir de las cabañas en las que estábamos alojados, las rojas que se ven en la foto. Estábamos incomunicados, sin teléfono ni electricidad y, por tanto, sin calefacción. El tercer día, ya cansados de estar encerrados, nos aventuramos a salir a intentar hacer alguna foto. Imaginaros… viento, lluvia, vamos ¡un infierno! Fotografiar aquel momento hubiera sido lo fácil, pero quise que mi foto trasmitiera todo lo contrario. Para ello utilicé unos filtros de densidad neutra, para conseguir una exposición de cuatro minutos. Con estos cuatro minutos quería que aquel infierno que estábamos viviendo se transformara en la cámara y trasmitiera toda lo contrario, calma, y creo que lo logré.
Ya que hablas de la planificación, me consta que eres un obseso del tema y que puedes pasarte muchos meses planeando hasta el último detalle tu próximo viaje, incluso recreando mentalmente cada foto que vas a hacer…
Una de mis citas favoritas es: “Para conseguir una foto brillante, hay que empezar por una planificación excelente”. Las mejores imágenes que he conseguido han sido posibles gracias a una planificación milimétrica: ubicación, salida y puesta de sol, inclinación de la luna, visibilidad del centro galáctico, desplazamiento de las sombras, etc. De poco sirve que lleves un gran equipo y tengas grandes conocimientos si, cuando llegas al enclave soñado, te encuentras con que no puedes acceder, o que, si es un edificio, está en obras. Por ejemplo, para poder fotografiar una aurora boreal entran en juego multitud de determinantes que hacen posible la toma perfecta. Debemos saber la fase lunar, la cobertura de nubes, el índice KP, que es la explosión magnética que hace ver las auroras, la posición del óvalo, etc. La última foto que por fin he conseguido, después de buscarla durante años, ha sido una realizada en el Hayedo de Otzarreta, en el Parque Nacional de Gorbeia. He ido varias veces y nunca estaba como lo tenía en mi cabeza. Quería captarlo con los tonos otoñales, el arroyo con agua y, para agregarle un poco de dificultad, lo buscaba con niebla. Aprovecho para dar las gracias desde aquí a Angel Sakatxa y Juan García Lucas (Juan Pixelecta), que son los que me mantuvieron informado para conseguir esta foto.

Deduzco por lo que dices que eres muy perfeccionista e inconformista. Sin duda, éstas son características que nos ayudan a mejorar, pero que también pueden darnos algún que otro dolor de cabeza y más de un momento de frustración. ¿Cómo lo gestionas cuando te ocurre?
La verdad es que soy un obsesivo compulsivo de la perfección en el día a día. Esta obsesión también la traslado a todas las facetas de mi vida, y por tanto a mis trabajos. Te puedo confirmar que he tirado cientos de fotografías a la papelera tan sólo porque hay algo que no me cuadraba o me chirriaba. Y no las he tirado simplemente al abrir el RAW, sino que la he revelado y editado, y si el resultado final no trasmite lo que quiero, las archivo por la letra P… de papelera.
La verdad es que soy un obsesivo compulsivo de la perfección en el día a día. Esta obsesión también la traslado a todas las facetas de mi vida, y por tanto a mis trabajos. Te puedo confirmar que he tirado cientos de fotografías a la papelera tan sólo porque hay algo que no me cuadraba o me chirriaba. Y no las he tirado simplemente al abrir el RAW, sino que la he revelado y editado, y si el resultado final no trasmite lo que quiero, las archivo por la letra P… de papelera.

La autocrítica es necesaria, incluso imprescindible para no caer en la autocomplacencia o dejarse llevar por las palmadas en la espalda o los likes. Pero, ¿hasta qué punto se puede llevar la autocrítica sin que llegue a ser un límite para uno mismo?
Si buscas palmadas en la espalda o likes, eso lo puedes encontrar en cualquiera de las redes sociales que frecuentamos todos los fotógrafos. Te voy a comentar un ejercicio didáctico que Javier y yo hacemos habitualmente, y es el de evaluarnos el uno al otro. Nos mandamos muchas fotos para conseguir una crítica constructiva y, aunque te jorobe, ya que tus fotografías son como tus hijos y no quieres que nadie te diga los defectos que tienen, te puedo asegurar que este ejercicio, si lo recibes con la mente abierta y dispuesto a corregir lo que el otro te dice, puede ser muy, pero que muy constructivo. Ambos somos muy críticos el uno con el otro. A veces le digo a Javier “esa foto no me gusta por esto o esto otro”, y al revés también sucede, que él me dice lo que no le gusta de mis imágenes. Necesitamos que gente con coherencia y buen ojo fotográfico nos evalúe, te aseguro que este ejercicio no te limita, todo lo contrario, te permite avanzar.

Siempre te he visto defender que una buena foto nace en el momento de la captura, independientemente del trabajo de edición que pueda llevar luego. ¿Qué dirías a las personas que aún tienen esa idea errónea de “esto se hace con Photoshop”?
Nos dedicamos a impartir talleres de edición y procesado y desde el minuto uno decimos que una buena foto empieza en la planificación y se consigue en la captura. Si a una buena captura le aplicas una buena edición, tendrás como resultado una gran imagen. De lo contrario, si tienes un truño de captura, lo podrás editar muy bien, pero nunca dejará de ser un truño bien editado.

Sé que sería imposible resumirlo en unas palabras, pero vamos a intentarlo… ¿Cuáles serían los pasos ineludibles en tu flujo de trabajo desde que abres el RAW hasta que exportas la foto?
A pesar de que la gente pueda pensar que nuestro flujo de trabajo es complejo, te puedo decir que durante estos últimos cinco años hemos trabajado muy duro para que los talleres que impartimos por toda España con nuestra empresa, PhotoeXperience4U (www.px4u.es), sean talleres accesibles a todo el mundo. Tan sólo necesitamos que los asistentes tengan un nivel básico de conocimientos de Lightroom y Photoshop. Nuestra metodología en el revelado: ajustes destructivos, ajustes básicos y avanzados por zonas. En pocas palabras, se trata de conseguir que cada zona de la imagen tenga la importancia o relevancia que deseamos. Y en el procesado: ajustes destructivos, creación de la atmósfera, lenguaje visual y aplicación de la teoría del color, es decir, por medio de este proceso además de trasmitirle a nuestra imagen nuestra impronta o un poquito de nuestra alma, es el proceso por el que intentamos que nuestra imagen trasmita lo que nosotros deseamos; exportación con perfil de color y firma.

En nuestra conversación telefónica del otro día para ponernos fecha para esta entrevista me comentaste que no sueles hacer fotos verticales, principalmente, porque no se ven bien en la web. Me llama la atención que son mayoría los fotógrafos que apenas disparan en vertical. ¿Hasta qué punto puede llegar a condicionar la creatividad esa necesidad de adaptarnos a los soportes vigentes?
Hoy en día todo nuestro trabajo es difundido por redes sociales en Internet y la forma de visualizarlo suele ser en pantallas. Una foto mostrada en una pantalla y en horizontal luce en todo su esplendor. Por el contrario, una imagen en formato vertical pierde toda su grandeza al ser reducida para su visualización. Aún así, hay localizaciones y composiciones que exigen trabajar en formato vertical, y es ahí donde debemos aplicar toda la creatividad.
Te diré que a veces nos cuesta tener opciones para portada de la revista por la escasez de fotos verticales. Personalmente es un formato que me encanta, pero parece que se suele evitar… ¿Vale la pena el sacrificio de las posibilidades que ofrece el formato vertical por esa necesidad de adaptarnos a los medios?
Como te comentaba antes, hay fotos que sí o sí deben ser disparadas en vertical y éstas son las ideales para usarlas, no sólo en portadas como vuestra revista, sino también para imprimir en exposiciones, o incluso para exhibirlas en casa. Pero es cierto que, en mi caso, sacrifico un encuadre vertical por una foto en horizontal, ya que opino que al verse mejor en la pantalla tiene mayor posibilidad de venderse en los bancos de imágenes.
Has recorrido mucho mundo cámara en mano, pero el mundo es grande y tu lista de sitios pendientes por visitar debe ser larga. ¿Cuáles no te puedes quitar de la cabeza?
Un viaje que ansío que llegue es el que realizaré en unos meses. Es un lugar que tenía soñado desde hace años, y al final se verá cumplido. El viaje en cuestión es al lago Baikal, que se encuentra entre la frontera de Rusia y Mongolia. El lago Baikal, también conocido como el Ojo azul de Siberia o La Perla de Asia, es la reserva de agua dulce más grande del mundo y en invierno, al helarse, estamos hablando de que estaremos entre 25º y 35º bajo cero (Sí, no es un error tipográfico). En el lago se forman unas burbujas de metano que se vislumbran desde la superficie y la idea de este viaje, si la climatología nos lo permite, es traernos material muy “guapo”.

Un lugar que nunca te cansarías de volver a visitar…
Hay varios lugares pero me decantaría por Islandia, ya que es un paraíso fotográfico a pesar que se haya convertido en los últimos años en un verdadero parque de atracciones. Pero sus paisajes, sus playas, cascadas, cuevas de hielo y, sobre todo, las auroras boreales, no dejan impasible a nadie. El otro lugar que no me cansaría de visitar es Asia, en concreto Hong Kong, Malasia o China, ya que más que una experiencia fotográfica fue una gran experiencia personal. Conocer su cultura, sus tradiciones, etc, me hizo valorar mucho más aun lo que tenemos, y no me refiero a lo material y tangible, me refiero a vivir el momento con la familia, disfrutar de los amigos, y valorar lo realmente importante en la vida.

¿Hay algún lugar al que no querrías volver?
Creo que la República Checa, en este caso, Praga. Pienso que es el gran sobrevalorado de Europa. Con este comentario no quiero decir que no me haya gustado, pero creo que me supo a poco…
Uno puede tender a pensar “¡Qué bueno es este tío! Llega allí, planta el trípode y mira qué fotones hace”. Entiendo que no es tan sencillo como eso, nadie es infalible y no serán pocas las fotos que acaban en la P de papelera, como me decías antes, o las salidas que no son productivas…
Elementalmente, no es tan fácil como la multitud piensa. Mis amigos antes me decían: “qué suerte, te vas de vacaciones y a hacer fotos”, lo que desconocían es que previamente había estado de tres a seis meses planificando cada localización. Tampoco veían los madrugones que nos pegamos a las 3 ó 4 de la mañana, o los 20 kilómetros andados de media diariamente con el equipo encima, y en ciertos casos con temperaturas extremas, como en el desierto de Jordania… Si al final vuelves a casa con la tarjeta llena de momentos únicos, pues muy bien. Pero hemos realizado viajes que, por inclemencias del tiempo, las tarjetas vuelven con poco material. Ahí es cuando hechas cuentas de cuánto te ha costado, monetariamente hablando, conseguir cada foto.
Supongo que haces tus fotos teniendo en la cabeza desde el momento de la toma el resultado final tras el procesado. ¿Cuáles son las consideraciones a tener en cuenta en el momento de la captura trabajando de ese modo?
Antes de salir de casa tengo la fotografía ya impresa en mi cabeza, es decir, ya sé el resultado final que deseo. Ya he pensado el tipo de encuadre, el tipo de lente, la hora de la captura en base a los colores que deseo, etc. Si realizamos este ejercicio previamente antes de llegar al lugar de la captura, ya sabremos si vamos a utilizar filtros o no, si vamos a realizar un focus stacking o no, etc, y de este modo tendremos más tiempo para la imaginación y la creatividad, que es lo realmente importante.

¿Crees que el procesado tiende a ser similar entre los fotógrafos? ¿Se tiende quizás demasiado a buscar o imitar determinados estilos en lugar de dedicar más esfuerzo a crear algo con personalidad propia?
Es muy importante ver y comprender cómo trabajan otros fotógrafos, por eso creo que cuando uno se inicia en la fotografía es un buen ejercicio aprender o imitar a los referentes que haya en ese momento. Sucede lo mismo en la pintura o en la música, uno no empieza creando sus propias melodías. Aprendes solfeo con las melodías de Beethoven y, una vez que dominas la técnica, es cuando creas un sello o firma propia, un sello que tan sólo con ver una imagen te identifique con un estilo. Eso es lo realmente difícil y complicado, y sólo se logra con esfuerzo y años de dedicación.
Quizás algunas personas tratan de llegar a esos resultados por la vía rápida, y entiendo que no es posible en ningún sentido y lleva un largo proceso adquirir los conocimientos, la destreza y, sobre todo, el ojo y el gusto necesarios para procesar con buen criterio…
Totalmente de acuerdo. En este mundo visual queremos obtener resultados como tal o cual fotógrafo de renombre, y lo queremos rápido, lo queremos ya. Podemos adquirir el equipo más caro, viajar a la otra parte del mundo e incluso formarnos para hacer una edición como uno de nuestros referentes, pero una cosa está clara: como en cualquier disciplina, es el tiempo y la dedicación que le regales al trabajo lo que hace que olvides la técnica y salga el artista que llevas dentro. Ese artista que es el que ve el encuadre correcto en milésimas de segundo, ese artista que moviéndose un paso a la derecha ve un mejor equilibrio visual en los pesos de una imagen, ese artista que ve tu foto y te dice en diez segundos cómo mejorar su lectura, etc. Esto, lógicamente, no se consigue ni en dos, ni en cinco años, se consigue a base de mucha formación, ser perseverante en el tiempo y hacer innumerables ejercicios de prueba-error.
¿Cuándo es suficiente el procesado para una fotografía? ¿Cómo saberlo?
Esa pregunta me la han hecho en innumerables ocasiones y siempre doy la misma contestación. Cuando estoy editando una imagen, intento que me trasmita las sensaciones del momento vivido durante su captura: frío, calor, humedad, soledad… Si para conseguir esa sensación necesito diez minutos o dos horas de edición, me da exactamente igual. Al final sólo busco que cuando observe esa imagen me traslade al lugar de la captura, me recuerde el momento vivido y sienta las mismas emociones que sentí cuando hice la toma. Ese es el momento en el que la doy por finalizada y le pongo la firma.

Se suele decir que hay que ver muchas fotos, educar el ojo… Pero, a la vista de la saturación fotográfica a la que tenemos acceso hoy en día, ¿dónde buscar? ¿Qué miras tú?
Como bien has dicho hay que educar el ojo, y eso se consigue viendo muchas fotografías, pero muchas fotografías de calidad. La web de referencia que te podría decir donde se pueden admirar grandes trabajos y de calidad sería www.1X.com.
Y de entre todo eso que miras, ¿qué te ha impresionado de manera especial últimamente y por qué?
Últimamente me gusta mucho observar los trabajos de Saskia Dingemans, su trabajo en 1X sobre atmósferas etéreas y analogía en los colores me parece muy interesante.
¿Un truco en el momento de la captura?
Te voy a regalar dos…El primero, llegar con un par de horas de antelación a la localización. Nos facilitará buscar composiciones y sobre todo advertir si tenemos algún contratiempo antes de realizar la captura. Por ejemplo, una farola que nos pueda “regalar” un flare en el lugar donde pensábamos montar el trípode. El segundo, conocer los límites de nuestro equipo. Creo que deberíamos estudiar nuestro equipo a conciencia para saber cómo se comportará en una u otra situación. Por ejemplo, debemos conocer el rango dinámico máximo de nuestra cámara. De este modo sabremos si en determinadas circunstancias podemos conseguir una captura con un sólo disparo o si, por el contrario, debemos utilizar el bracketing para llevarnos a casa todo el rango de la escena.
¿Un truco en el momento del procesado?
Al igual que en el caso anterior te doy dos consejos… El primer consejo que te puedo dar es que tengas la imagen final en la cabeza antes de sentarte a revelarla, es absurdo tocar los deslizadores de un lado a otro esperando a ver qué sucede. El segundo sería dejar reposar la imagen. Siempre, cuando termino de editar una imagen, la dejo reposar y al día siguiente la abro de nuevo. Si veo que no necesita ningún ajuste es señal de que la fotografía está terminada, si, por el contrario, me alerta algún tono, alguna zona no está a control, etc, entonces es señal de que hay que seguir trabajando en ella, se modifica o se ajusta y se vuelve a dejar reposar. Hay imágenes que he editado estando mosqueado o cabreado y cuando las he abierto al día siguiente me he dicho “madre mía si llego a publicar esto ayer…”
¿Una manía?
Intentar que una imagen mía cuente una historia o trasmita algo. No quedo contento hasta que le enseño la foto a Montse, mi mujer, y ella me dice lo que siente o le trasmite. Si su respuesta se asemeja a lo que yo quería trasmitir, significa que pasa el filtro y entonces sigo adelante con ella. Pero si, por el contrario, su respuesta no se asemeja a lo que yo he intentado trasmitir, es señal de que no he conseguido mi objetivo y, por tanto, otra más que se archiva en la P de papelera.
¿Una anécdota?
Más que una anécdota fue uno de los mejores momentos que me ha regalado la fotografía. La imagen “Good morning Damian Shan” fue realizada en nuestro viaje a China en 2017 y la tengo especial cariño, no sólo porque fue la imagen que me convirtió el año pasado en el ganador de The Epson Pano Awards y por la que fui nombrado Fotógrafo del Año, que también, sino por la historia que os voy a contar… Para realizar esta fotografía, hecha al amanecer, nos levantamos a las 3 de la mañana, hicimos un trekking de más de sesenta minutos con un desnivel brutal y una humedad relativa del 97%, y a esto había que sumarle los quince kilos que llevábamos a la espalda de todo el equipo fotográfico. La ascensión fue horrible, entre el cansancio, el peso, el calor, los mosquitos… pero cuando llegamos a la cima, montamos el equipo fotográfico y comenzaron a asomar las primeras luces del alba, Javier y yo disfrutamos de un amanecer espectacular. Estábamos al otro al lado del mundo, en lo alto de una montaña donde antes pocos habían llegado y disfrutando de uno de los amaneceres más bellos de mi vida. Sólo por esto, el esfuerzo mereció la pena. ¡Ese amanecer jamás lo olvidaré!

¿Un temor?
Dejar de disfrutar de la fotografía. Hasta la fecha, cada vez que empuño la cámara me siento como un niño con zapatos nuevos. Pero también es verdad que en los últimos tres años la carga de trabajos fotográficos, workshops, proyectos como Fotografía Sin Límites, colaboraciones, congresos, publicaciones, podcasts, webinars, etc, me roban demasiado tiempo, y cada vez son menos las ocasiones para salir a fotografiar y disfrutar de la fotografía. Si al final llega el día en que la carga de trabajo sea tal que cuando mire la cámara no tenga ganas de cogerla, será el momento de dejar la fotografía.
Acabas de mencionar Fotografía Sin Límites. Dudo que haya lectores de esta revista que a estas alturas desconozcan el proyecto, por lo que no voy a preguntarte sobre sus maravillas. Pero sí me gustaría abordarlo desde un punto de vista más personal… No debe ser fácil gestionar un proyecto entre seis personas. ¿Qué tal ha sido todo el proceso entre bastidores para llegar al resultado final? ¿Ha sido complicado ponerse de acuerdo en todo?
Si un trabajo a medias con un socio es complicado, imagínate entre seis personas y socios. Lo difícil ha sido coordinar los seis trabajos y proyectos personales de cada uno y, además, agregar este otro. Han sido muchos los dolores de cabeza, las horas sin dormir, reuniones para cumplir fechas y objetivos, no sólo de los vídeos, publicidad, marketing, etc. Pero si algo nos salva en este proyecto es que somos seis amigos y, como dice Mario en innumerables ocasiones, hay que trabajar no sólo con grandes profesionales, sino con grandes personas, como es este caso. Es imprescindible rodearte de grandes personas a tu alrededor, y yo tengo la gran suerte de hacerlo.
¿Qué te ha aportado a nivel personal y de vivencias Fotografía Sin Límites?
Una gran repercusión mediática en el mundo de la fotografía. Y realmente no era consciente de ello hasta que en el puente de los Santos subí al Pais Vasco. El primer día visité el Hayedo de Otzarreta, y allí multitud de fotógrafos se acercaron a saludarme y decirme que habían comprado FSL2. Durante cuatro días estuve fotografiando el Hayedo Otzarreta, la cascada de Uguna y el Hayedo de Orozko, y localización que visitaba, localización donde los fotógrafos y amigos se acercaban a saludarme y decirme que el producto les había encantado. Pero más allá del ego de que te conozcan y te saluden, hubo un caso que me impactó a nivel personal: se me acercó una persona y me comento que, gracias a FSL2, había vuelto a retomar y disfrutar de la fotografía después de años sin tocarla. ¿Que más se puede pedir?
Pensando en retrospectiva, ¿qué cambiarías del resultado final?
Este proyecto se planificó con seis meses de antelación y detrás hay más de treinta personas involucradas en él. Con esto quiero decir que no se ha dejado ningún fleco suelto, no se ha programado nada a la ligera ni se ha dejado nada al azar… reuniones, lanzamientos, estrategias de marketing, webinars, etc. Pero si hay algo que cambiaría serían los meses de junio, julio y agosto, en los que por “culpa”, y lo digo entre comillas, de este proyecto tuve que dejar a la familia sin vacaciones, algo que en ningún momento me han reprochado… que esto seguro que lo leen mi hijo y mi mujer.
¿Podrías decirnos si se planea una tercera edición? ¿Se trabaja ya en ello?
Eso es top secret. Está claro que es un proyecto muy grande para dejarlo morir, pero, una vez más, sólo podría hablar en mi nombre y, como te he comentado antes, somos seis componentes los que tenemos que ponernos de acuerdo y hacer un hueco de muchos meses en nuestras agendas sólo para este proyecto.

Bueno, como reza el dicho, “a buen entendedor, pocas palabras bastan…” Gracias por tu tiempo y tu amabilidad, Jesús. ¿Hay algo que quieras añadir para despedir la entrevista?
Antes de despedirme quiero daros las gracias a ti, Enrique, y a Mario por pensar en mí para esta entrevista. También dar las gracias a LucrOit, a Foto Ruano Pro y a Sony por apoyarnos en todos nuestros proyectos. Y, ahora sí, para terminar dar un último consejo a todos vuestros lectores, y este es que salgan a hacer fotos y disfruten de la fotografía. Si disfrutas con lo que haces y le pones pasión y dedicación, al final los resultados se verán plasmados en tus imágenes. ¡Un abrazo amigos!