Tierra volcánica, cielos colmados de estrellas, paisajes infinitos, vientos Alíseos, gastronomía suculenta, raíces guanches y gente amable. Podría seguir así un buen rato pero, por no aburrir, digamos que hablo de… Tenerife.


Esta es un isla con un atractivo mayúsculo para el turismo y, sobre todo, para nuestros equipos fotográficos. ¿Cuántos y cuántos fotógrafos han llegado hasta aquí atraídos por el padre Teide?
Tal es así que, la Asociación Española de Fotógrafos de Naturaleza, AEFONA, eligió este lugar como punto de encuentro para reunir a un buen número de fotógrafos dispuesto a plasmar los mejores paisajes naturales el año pasado.
Tenerife, además, es Destino Turístico Starlight. La ley de protección del cielo nocturno intenta velar por una calidad del cielo que permita a todas las personas observar la bóveda celeste con claridad. Millones de personas no han visto nunca la Vía Láctea, por poner un ejemplo. Nosotros, en el Parque Nacional del Teide, podemos disfrutar de ella a simple vista.
La altitud a la que se encuentra el volcán, unido a la estratégica posición de las Islas Canarias y el cuidado de algunas luminarias de la isla, favorecen esta observación y hacen las delicias de todos quienes visitan esta tierra volcánica.
Por este motivo, un grupo de 16 fotógrafos se dieron cita en octubre de 2015 para no dejar de hacer trabajar a sus obturadores durante un largo y apasionado fin de semana. Digamos que mezclamos el turismo de estrellas con la belleza de las playas y la riqueza cultural canaria.

Viernes: Porís de Abona
El viernes comenzamos con el atardecer en el bellísimo faro de El Porís de Abona. Un lugar mágico, tranquilo, de obligada visita diría. La costa ahí es abrupta, escasean las playas pero priman las zonas de acantilados.
Los fotógrafos tuvieron la oportunidad de ver las últimas luces del día, hacer distintas composiciones por la amplitud del lugar, poner a prueba sus conocimientos en el uso de filtros y, en definitiva, pasar unas horas agradables.



Trabajamos las luces crepusculares, vimos como el fotógrafo tiene que adaptarse a los continuos cambios de luz que se producen cuando el Sol se esconde en el horizonte.
Tras este momento llegó el avituallamiento oportuno para afrontar el resto de la noche con energía. Una riquísima degustación de productos canarios en el pueblo de Arico Viejo y listos para continuar nuestra tarea fotográfica.




Nos pusimos rumbo a la Leprosería de Abades. Un lugar con tantas posibilidades que ni viviendo 100 vidas seríamos capaces de agotarlo. Se trata de treinta y cuatro edificaciones realizadas con piedra de color amarillento que se construyó tras la Guerra Civil española en aras de dar cabida a los enfermos de lepra.
Según cuenta la historia, no llegó a utilizarse como tal. Hoy en día es escenario de algún spot publicitario, lugar de culto para los amantes a las guerras de airsoft y, como no, localización perfecta para los que amamos las ruinas y nos gusta conservarlas y fotografiarlas.



A lo largo de los inmensos barracones podemos encontrar grafitis, algunos sillones, edificaciones con arcos suculentos, largos pasillos… Cabe destacar que a pesar de estar abandonado el grado de conservación es aún moderado, por lo que se puede trabajar con cierta seguridad en la zona.
Para los fotógrafos este sitio suele ser muy atractivo. La omnipresencia de los vientos alisios hace que tengamos nubes con frecuencia en la zona. A un lado cielos despejados donde únicamente algunas luces de nuestra isla vecina, Gran Canaria, pueden verse a lo lejos.
Al otro lado, las luces de los pueblos colindantes… Este contraste crea unos cielos donde se mezclan los tonos fríos y cálidos. Donde las nubes dibujan sus mejores formas en el cielo y donde el buen hacer del fotógrafo hace que disfrutemos de unas vistas inusuales del lugar.
El grupo trabajó primero en equipo, viendo las posibilidades de iluminación y composición. Se intercambiaron opiniones sobre cómo iluminar y por qué. Debatimos sobre los tiempos de exposición más adecuados para las fotografías que se hacían en el momento y, en definitiva, compartimos conocimiento y fotografías juntos.

No cabe duda de que es la mejor forma para aprender y divertirse haciendo fotografías nocturnas.
Así estuvimos hasta las 4 de la mañana, aunque algún grupo de valientes no dudó en regresar al faro para sacarle hasta la última gota de jugo.

Sábado: Teide
El día del sábado no fue menos intenso… A pesar de estar en alerta por lluvias, la expedición de fotógrafos venidos de muchos lugares de península, Baleares y, como no, otras islas canarias, se puso rumbo al Parque Nacional del Teide.
Fuerte lluvia nos caía sobre la cabeza, por momentos la niebla nisiquiera nos dejaba ver la carretera y la noche todavía no había hecho acto de presencia.

La verdad es que tuvimos algún momento de poca esperanza porque la metereología parecía no estar de nuestra parte. Sin embargo, conociendo lo cambiante que es el clima en estas latitudes, a medida que ascendíamos hacia el Teide, descubríamos claros en el camino que esperanzaban los ansiados… “fotones”.
La suerte jugó a nuestro favor, el cielo comenzó a dibujar nubes y las estrellas también hicieron acto de presencia. Recuerdo aquí perfectamente esos momentos efímeros en los que todo está en su punto para hacer la foto y notas el corazón que bombea más fuerte de lo normal. Incluso sientes nervios porque tienes delante un paisaje precioso, perfecto compositivamente y nada se interpone entre él, tu cámara y tú. Nada puede fallar…
Así estuvimos haciendo tantos encuadres como era posible en los más que fotogénicos Roques de García, Roque Cinchado y en los Llanos de Ucanca.
Buenos momentos estos para poner en práctica la hiperfocal, la composición e incluso juegos de iluminación donde yo mismo hice de modelo para los fotógrafos atrevidos que quisieron retratarme de la mejor manera posible.

Con la intención de compartir el mayor conocimiento posible también iluminamos nuestros propios vehículos, donde se puso sobre la mesa la pericia, destreza y trucos que cada uno de nosotros compartimos en iluminaciones selectivas sobre un sujeto.
Así pasaron las horas hasta que gastamos todas las energías de la noche. Era momento de descansar pues la jornada del domingo prometía ser aún muy intensa.

Domingo: playa de Benijos
El séptimo día de la semana nos dirigimos a fotografiar las últimas luces del día de una de las playas más bonitas de la isla: Benijo. Una playa virgen, con grandes roques en el mar y a la que se accede tras poner a prueba tus rodillas por una larga escalinata. Una vez allí, la marea la teníamos en el sitio deseado: ni muy baja ni muy alta. De este modo podíamos componer con los elementos a nuestro favor.

Recuerdo las caras de los fotógrafos noveles al ver que las fotos “les salían”. No hay mayor satisfacción que ver esos gestos de alegría en los neófitos. También disfrutamos mucho los más experimentados viendo que el atardecer era bonito, el lugar mágico, la compañía extraordinaria y que nada fallaba.

Después de disfrutar de lo lindo, el broche final no podía ser otro que una cena de hermandad saboreando el pescado de Canarias, las papas arrugadas y el buen mojo picón.


Se crearon lazos, se vivieron emociones y, sobre todo, se compartieron impresiones, conocimientos y creo que volvimos a casa con el sabor de haber estado en un lugar mágico haciendo una de las cosas que más nos gustan: fotografía nocturna.
Mario Rubio