Un viaje del cielo al infierno

Aquellos que me conocen bien, saben que yo soy un tipo caluroso que odia el verano, porque una temperatura que sobrepase los 25 grados centígrados, directamente me destroza. Por eso, cuando Raquel y yo decidimos planear un viaje para el puente de diciembre, yo propuse volver a Nueva York. Tenía muchas ganas de fotografiar esa ciudad en unas condiciones climatológicas que hasta ahora nunca habíamos vivido en la Gran Manzana. Frío, hielo, posibilidad de nieve… Y a pesar de que Raquel es muy friolera (para ella la temperatura ambiente de confort es alrededor de los 35 grados), dijo que sí, ya que es una enamorada de Nueva York.

El caso es que, unos meses antes del viaje, Raquel me dijo; ¿y si vamos a otro sitio en vez de a Nueva York? ¿No te gustaría hacer fotos en otra ciudad? Y pensando cual podría ser nuestro destino, sabiendo que íbamos a ir en invierno, cuando los días son más cortos, y que la idea era no “castigar” a Raquel con un clima muy frío, de forma instantánea surgió el nombre de Dubai. Además, pocos días antes, había leído un artículo sobre el fenómeno de las nieblas cubriendo Dubai, de lo realmente complicado que es poder capturar ese fenómeno (sin vivir allí, lógicamente) y que la época donde más probabilidades hay para que se den las nieblas es entre diciembre y febrero. Así que, con toda la ilusión del mundo y con esa excitación que causa el hecho de perseguir un fenómeno atmosférico muy poco frecuente, donde el factor suerte tiene un peso del 99%, sacamos los vuelos a Dubai. Estaríamos allí del 2 al 10 de diciembre.

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Dubai Marina skyline . Nikon D810, 19mm, f/8, 15 segundos.

Una vez teníamos decidido el destino, empezaba la parte que menos me gusta de los viajes fotográficos, pero que es imprescindible si quieres lograr buenas fotografías en un viaje tan corto: la planificación. Empecé a ver fotografías de Dubai, buscando aquellas que más me inspirasen, y la conclusión a la que llegué es que gran parte de las fotos que más me gustaban y que se convertirían en objetivos a conseguir durante el viaje eran fotografías hechas desde las azoteas de los edificios, los famosos rooftops. Por lo que comenzó una búsqueda de información que me permitiese saber cómo poder acceder a los rooftops en Dubai.

Toda la información que encontré era muy imprecisa, y en muchos casos contradictoria. Leí varios blogs de fotógrafos extranjeros, es decir, no residentes en Emiratos Árabes, donde decían que en Dubai se puede acceder a cualquier edificio y a su azotea libremente. Según ellos basta con entrar, saludar amablemente si te encuentras con alguien y coger el ascensor que te lleve al último piso. Así de sencillo, aunque reconocían que era una práctica que podía ser considerada ilegal. También encontré algún artículo donde se hablaba de sobornar al portero del edificio de turno. Ofreciéndole unos dírhams, moneda oficial en Emiratos, te garantizaban el acceso al rooftop sin problema alguno. Y por último, encontré muchos textos donde te hablaban del bar que hay en rooftop de Four Points, desde donde se pueden capturar unos atardeceres magníficos, o de las vistas espectaculares que tienes desde el piso 124 del Burj Khalifa, el edificio más alto del mundo.

Y la verdad es que analizando toda esta información, se me planteaban múltiples dudas. ¿Quería jugármela a cometer un acto ilegal en un país extranjero? Por otro lado, todos sabemos que nuestras horas preferidas para fotografiar son los amaneceres y atardeceres, y en mi caso concreto también las nocturnas. 

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Prelude. Nikon D810, 14mm, f/2.8, 1/50 segundos, ISO 3200.

¿Podría acceder a esos edificios a las horas adecuadas, muchas de ellas intempestivas, para poder hacer las fotos que llevaba en mente? ¿Cómo hacen los fotógrafos locales para acceder a los rooftops?

Y como caída del cielo llegó la respuesta a muchas de mis dudas. Un afamado fotógrafo local, con el que además tenía bastante contacto a través de las redes sociales, lanzó un workshop de fotografía desde los rooftops en Dubai. Inmediatamente me puse en contacto con él solicitándole asistir a alguno de esos workshops en caso de que coincidiesen las fechas de mi visita a Dubai, o, en caso de no coincidir, estudiar la posibilidad de realizar un workshop privado (pagando sus servicios, por supuesto), donde pudiese acceder a los distintos rooftops que me diesen la oportunidad de hacer las fotos soñadas. Su contestación fue demoledora. Se ofrecía a acompañarme y darme acceso a distintos rooftops durante mi visita de forma totalmente altruista, sin esperar recibir nada a cambio. Con esa gran baza en mi mano, toda la planificación se simplificó de forma drástica. Tan solo me quedaba ver muchas fotos de Dubai, decidirme por aquellas que fuesen imprescindibles y localizar los lugares desde donde se realizaban aquellas que fuesen a pie de calle, en las que no tuviese que subir a ningún rooftop.

Con todas las localizaciones claras, y los nervios que me generan siempre este tipo de viajes, llegamos a Dubai el día 2 de diciembre a las once y media de la noche. Desde el mismo aeropuerto avisé a mi contacto de mi llegada y quedamos en hablar al día siguiente por la mañana para empezar nuestra aventura fotográfica en Dubai. Y con esa sensación de tenerlo todo controlado, llegó el primer descontrol… Teníamos que coger un taxi que nos llevase del aeropuerto a nuestro hotel, y cuando le pregunto al taxista, simplemente por confirmarlo, que si le puedo pagar con tarjeta, me contesta que no. Descarga todas las maletas del taxi y vuelta a entrar al aeropuerto a buscar algún sitio para cambiar euros en dírhams. Ya con dinero en efectivo, cogimos un taxi y llegamos al hotel.

Otra de las dudas que teníamos era el tema de la comida. Era la  primera vez que viajábamos a un país árabe y no teníamos muy claro que tipo de comida íbamos a encontrar, pero ya de camino al hotel nuestras dudas quedaron resueltas. Estábamos alojados en el Millenium Plaza Hotel, situado en la Sheikh Zayed Road, la calle principal de Dubai, aunque más que una calle, deberíamos decir que es una autovía, ya que esta calle tiene 6 carriles por sentido (12 carriles en total) y mide más de 30 kilómetros de longitud. Y al tratarse la Sheikh Zayed Road de la calle principal de Dubai, está repleta de hoteles y restaurantes; con lo que, según íbamos llegando al hotel, ya estábamos viendo las cadenas de restaurantes que operan en la zona turística de Dubai, que son las típicas cadenas americanas como McDonalds, Tony Romas, Subway, Shake Shak, etc… Con este tema también resuelto, y tras hacer el checking a las 2 de la mañana, nos fuimos a cenar al McDonalds que teníamos al lado del hotel, porque a Dubai le pasa un poco como a Nueva York, siempre puedes encontrar restaurantes abiertos. Y sobre las 3 de la mañana, y después de casi 24 horas en pie, nos fuimos a la cama, no sin antes consultar la predicción del tiempo, donde comprobamos que las condiciones que daban para la mañana siguiente no daban ninguna opción de un amanecer con nieblas, el gran objetivo del viaje.

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Colorful Burj Khalifa. Nikon D810, 14mm, f/2.8, 1/50 segundos, ISO 3200

Tras levantarnos y desayunar, tocaba resolver el siguiente punto crítico del viaje. Necesitábamos un medio de transporte para desplazarnos a nuestro antojo, y aunque nos habían recomendado no alquilar un coche, porque en Dubai se conduce un poco “de aquella manera”, y movernos siempre a base de taxis, decidimos no hacer caso y alquilar un coche para poder tener libertad de movimientos; esa libertad que necesitamos los fotógrafos para poder estar en los sitios justo a la hora adecuada  y permanecer en las localizaciones, muchas veces hasta altas horas de la noche.

Ya estábamos listos para empezar nuestra exploración de Dubai y fue cuando la cruda realidad nos golpeó, sobre todo a mí. Salimos a la calle y nos dimos cuenta de lo realmente complicado que iba a ser toda la labor de localización. En pleno mes de diciembre y a poco más de las 9 de la mañana, ya teníamos 32 grados. ¡Bienvenidos al infierno de Dubai!

Decidimos empezar por lo más sencillo y pusimos rumbo a la Palm Jumeirah con idea de localizar el punto desde donde poder realizar una fotografía de larga exposición, en la hora azul, del skyline de la Marina de Dubai. Lo que parecía que iba a ser un trayecto sencillo, se convirtió en toda una masterclass sobre cómo conducir por Dubai. Lo primero que aprendimos es que en Dubai hay tres clases de conductores. Primero están aquellos que están forrados de petrodólares y conducen unos cochazos de infarto (Lamborghinis, Ferraris, Bugattis, Maserattis, etc…).

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Cloud city. Nikon D810, 16mm, f/8, 1/100 segundos, ISO 400

Dado que llevan unos coches espectaculares tienen que lucirlos, así que se dedican a conducir como les viene en gana, adelantando por cualquier sitio, pegando acelerones y frenazos muy bruscos, o cualquier otra acción que les permita hacerse notar. 

El segundo tipo de conductor viene dado por el hecho de que Dubai está en pleno proceso de construcción y para el 2020, año en el que celebran en la ciudad una expo universal, debe estar todo acabado. Hay miles de obras, cientos de rascacielos a medio hacer y calles sin terminar por todos lados. Esto provoca que miles de trabajadores provenientes de países como Pakistán, India, Bangladesh, etc, tengan que estar constantemente desplazándose de un lugar a otro de la ciudad, y seguro que todos hemos visto como se conduce en estos países… pues es cierto. No respetan absolutamente nada, van cambiándose de carril sin aparente criterio, y sin señalizar nada. Además conducen furgonetas o miniautobuses que se caen a cachos. En definitiva, un peligro constante. 

Por último, el tercer grupo de conductores, y por desgracia el minoritario, son aquellos que conducen de una manera más o menos “normal” (entre lo que nos encontrábamos nosotros), pero que tienen que adaptar su conducción para evitar constantemente a los otros dos tipos de conductores.

A esto hay que añadir el hecho de lo comentado anteriormente. Debido a que Dubai está completamente en obras, las indicaciones del GPS en muchos casos no son válidas, o bien porque la calle que tienes que tomar está cortada, o directamente aun no existe. Con lo que llegar a cualquier lugar en coche puede suponer una aventura mucho más arriesgada de lo que pudiese parecer a priori.

Aprendiendo sobre la marcha todo esto que os comento, por fin llegamos al punto que andábamos buscando desde donde poder hacer la foto del skyline de la Marina. Se trata de un enorme paseo marítimo que bordea toda la parte exterior del Palm Jumeirah y con unas vistas magníficas de la Marina de Dubai. A nuestras espaldas, como no podía ser de otra forma, las obras de lo que parece que será un enorme complejo hotelero de lujo. Con el trabajo de localización realizado decidimos seguir visitando toda la “palmera”, sufriendo un calor infernal, pensando en volver al atardecer.

Llegada la hora elegida para estar en la localización y empezar a hacer pruebas de encuadres y luces, planté el trípode, monté la cámara, portafiltros, filtros y demás cachivaches que llevamos y me puse manos a la obra… hasta que 5 minutos después aprendí una nueva lección. Apareció un guardia de seguridad, de una nacionalidad similar a la de los trabajadores de las obras cercanas, y muy amablemente me dijo que allí no se podía usar equipo fotográfico profesional… Con cara de asombro le digo que aquello es un paseo marítimo, abierto al público, lleno de gente en ese momento y la mayor parte de ellos haciendo la misma foto que yo estaba haciendo, pero usando teléfonos móviles, tablets, incluso alguno había con alguna réflex. El buen hombre, siempre manteniendo una actitud totalmente respetuosa, me indica que, a pesar de ser una zona abierta al público, se trata de una zona privada que pertenece a la constructora que está desarrollando las obras que tenemos a nuestra espalda y que desde allí no dejan realizar trabajos fotográficos profesionales sin el permiso de la constructora. Se pueden hacer fotos sin problemas, pero sin usar equipos profesionales, y me ruega que desmonte el equipo… Así que no me quedó otra que desmontar la cámara y guardar en el coche el trípode, el grip de la cámara, portafiltros, filtros, etc… con lo que me quedé en la mano con la D810 monda y lironda. Así sí, así no había problema para hacer las fotos… a pesar de que lo único que había hecho era quitarle los accesorios a la cámara. En fin, esto no sería la última vez que nos pasaría. Y como yo quería mi foto, aproveché uno de los múltiples poyetes que hay en el paseo marítimo, coloqué la cámara y esperé hasta el momento adecuado de luz para lograr la foto titulada “Dubai Marina Skyline” 

El momento de luz fue impresionante, un atardecer que tardaremos mucho tiempo en olvidar, y es que cuando cae el sol abrasador Dubai despliega todo su encanto. ¡Bienvenidos al cielo de Dubai!

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Xing. Fusión de dos tomas, una primera hecha a pulso durante la hora azul con los siguientes datos exif: Nikon D810, 20mm, f/2.8, 1/40 segundos, ISO1600. La segunda toma solo para las estelas de los coches, hecha ya con trípode y de noche con los siguientes datos exif: Nikon D810, 14mm, f/11, 20 segundos,
ISO 64.

Una vez lograda la fotografía, nos dirigimos a visitar el famoso Burj Khalifa, que con sus 828 metros y 162 plantas, es el edificio más alto del mundo en estos momentos. Nos habíamos enterado de que se estaba celebrando el 45 aniversario de la independencia de Emiratos Árabes y que para celebrarlo iluminaban de forma muy especial su edificio más emblemático. Y en mente, llevaba la idea de una fotografía del Burj Khalifa reflejado en las fuentes que hay a sus pies, que añadiendo el punto extra de la iluminación especial, podía dar unos resultados muy espectaculares.

Cuando llegamos, nos encontramos que la cantidad de gente que estaba disfrutando del espectáculo de luz y sonido era enorme y con la experiencia vivida con el tema del equipo profesional no quise arriesgar, así que tiré de ISO para conseguir la foto titulada “Colorful Burj Khalifa”.

Con esto dimos por finalizado nuestro primer día en Dubai con un sabor agridulce. Habíamos aprendido muchas cosas sobre cómo fotografiar Dubai, y la verdad es que la situación parecía mucho más complicada de lo que pensábamos y por desgracia, a pesar de los múltiples mensajes de WhatsApp enviados a mi contacto local, en el que confiábamos para conseguir acceso a zonas no accesibles de forma normal, no obtuve respuesta alguna.

El segundo día lo dedicamos a visitar la zona de la Marina. Es un gran canal lleno de muelles donde atracan lujosos yates y rodeado de magníficos rascacielos residenciales; uno de ellos, la Cayan Tower, desde donde se pueden hacer unas fotos espectaculares de la Marina, siempre y cuando consigas acceder a su rooftop.

Pero antes de poner rumbo a la Marina, decidimos preguntar en la recepción de nuestro hotel si nos darían acceso al rooftop. Su respuesta fue negativa diciéndonos que ni siquiera los propios empleados del hotel podían acceder a esa zona. Era de acceso limitado a los trabajadores de la empresa de mantenimiento del hotel. Lo que si conseguí es que nos diesen acceso al VIP Lounge del hotel situado en la planta 63.

Con la autorización en mi poder, subimos hasta el piso 63 para hacernos una idea de las vistas y de las condiciones en las que en un momento dado podríamos hacer fotos. La verdad es que nuevamente tuvimos una sensación agridulce. Se trataba de una sala enorme, con grandes cristaleras y unas vistas espectaculares de la ciudad, pero con un par de “problemillas” a la hora de hacer la fotografía que nos interesaba. Los cristales estaban bastante sucios y las ventanas miraban en dirección errónea, es decir, el encuadre que podíamos lograr no era el que nosotros queríamos… hasta que vi una puerta cerrada en la dirección que a mí me interesaba. Pregunté y me dijeron que era una sala de reuniones a la que solo se podía acceder para realizar convenciones, pero conseguí que me la abriesen y ahí estaba… Justo la vista que íbamos buscando y, además, las ventanas tenían por encima una pequeña cornisa que lograba que los cristales estuviesen mucho más limpios que los otros. ¡Por fin! La suerte nos sonreía y ya teníamos un sitio para poder hacer una foto de nieblas en caso de que surgiese la oportunidad.

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From the top. Nikon D810, 18mm, f/2.8, 1/25 segundos, ISO1600

Con una sonrisa en la boca nos fuimos a la Marina, donde invertimos todo el día, sufriendo nuevamente el calor infernal de Dubai, hasta que por fin llegó la hora azul y luego se hizo de noche. 

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Durante todo el día había estado pendiente del móvil para ver si mi contacto local me decía algo al respecto de quedar para hacer una sesión desde algún rooftop, pero no había vuelto a tener noticias suyas desde la noche que aterrizamos en Dubai. Así que, aprovechando que estábamos en la zona, nos acercamos a la entrada de la Cayan Tower y pregunté en la recepción del edificio cómo podía conseguir acceso al rooftop. Muy amablemente me dieron el contacto de la persona del departamento de marketing del Cayan Group responsable de conceder este tipo de permisos.

Con los “deberes” del día hecho, decidimos ir a cenar al Hard Rock Dubai, cuando de repente mi móvil empieza a vibrar y pienso que es mi contacto local. Mi sorpresa fue mayúscula cuando no era él quien me escribía, sino un contacto de Facebook, un fotógrafo local con el cual había tenido muy poco contacto, casi nulo, pero que había visto una foto mía que había publicado el día anterior desde el paseo del Palm Jumeirah mientras localizábamos. Me informaba que las previsiones de niebla para esa madrugada eran muy fuertes y que buscase una localización en algún rooftop que me permitiese hacer la foto, y me recomendaba ir al Four Points Hotel, situado junto al Millenium Plaza Hotel donde estábamos alojados. La previsión era que la niebla comenzase a formarse a partir de las 2 de la mañana y eran las 11 de la noche.

Con los nervios a flor de piel nos dimos la vuelta y pusimos rumbo a nuestro hotel, para dejar aparcado el coche y poder subir al bar que hay en el rooftop del Four Points. Estaba claro que nos íbamos a quedar sin cenar.

Cuando llegamos al rooftop del Four Points la niebla ya se intuía y, a pesar de estar esperando hasta las 2 de la mañana, cuando cerraron el bar y nos echaron, no vimos que fuese a más. Fue desde allí donde hicimos a pulso (no me permitieron poner el trípode) la foto titulada “Prelude”, aunque en ese momento, no sabíamos lo que nos esperaba la mañana siguiente.

Volvimos a nuestro hotel y me fui directo a recepción a preguntar a qué hora abrían el VIP Lounge. Me dijeron que a las 8 de la mañana, el amanecer era a las 7. Les expliqué la situación y conseguí que me asegurasen que alguien me abriría a las 7 de la mañana el VIP Lounge y me daría acceso a la sala de reuniones desde donde, en caso de aparecer la niebla, podría hacer las fotos. Y nos fuimos a dormir. Eran casi las 3 de la mañana.

A las 6:45 había puesto el despertador, total, solo tenía que subir en ascensor desde la planta 54 donde teníamos la habitación, hasta la planta 61. 

Cuando sonó el despertador y miré por la ventana de la habitación…. ¡a correr! Ahí estaba. Nos encontrábamos inmersos en un grandísimo y densísimo banco de niebla que no permitía ver nada. A las 6:50 ya estaba plantado en la puerta del VIP Lounge, rezando para que la niebla estuviese por debajo de la planta 61, ya que desde la planta 54, siete pisos más abajo, no se veía absolutamente nada.

Cuando me dieron acceso a la sala de reuniones, una sensación de felicidad máxima me recorrió el cuerpo. Ahí estaba el mar de densa niebla, cubriendo completamente la ciudad y dejando solo visible la parte superior de los rascacielos más altos. Aquello sí que era estar en el cielo de Dubai (literalmente). El espectáculo duró más o menos una hora antes de que el sol subiese lo suficiente para que la temperatura se elevase e hiciese desaparecer la niebla. La pena fue la limitación de estar en una sala cerrada, desde donde tenía muy limitados mis movimientos y solo podía hacer un encuadre, el que se puede ver en la foto titulada “Cloud City”. 

El objetivo del viaje estaba cumplido y con creces.

Con la enorme satisfacción de haber tenido la grandísima suerte de haber podido disfrutar de un espectáculo tan esquivo (Elia Locardi tardó cinco años en lograrlo a pesar de que año tras año iba a Dubai en busca de la niebla), nos fuimos a desayunar, y revisando el móvil me llegó una sorpresa. Mi contacto local, que se había ofrecido de motu propio a ayudarnos durante nuestra visita y que llevaba dos días ignorando mis mensajes, había estado fotografiando la niebla al amanecer junto a algunos amigos suyos, entre los que se encontraba el contacto de Facebook que me había avisado de la predicción de niebla. No sabía muy bien que pensar, pero todo parecía indicar que, por un motivo u otro, me estaba ignorando a pesar de haber sido él quien se había ofrecido voluntariamente a darme acceso. En cualquier caso, lo que tenía claro es que no podía contar con él, así que toda esa labor de localización y, sobretodo, conseguir acceso a algún rooftop, cosas que no había hecho anteriormente desde España confiando en que lo tenía solucionado, tocaba hacerlo sobre la marcha.

Lo primero que hice fue escribir al contacto que me habían dado la noche anterior para conseguir acceso al rooftop del Cayan Tower. La verdad es que no confiaba en exceso que me fuesen a contestar, pero lo hicieron, y muy rápido. Me solicitaban información sobre mi trabajo fotográfico y un pequeño curriculum de mi carrera. Aquí es donde me alegré de haber empezado a participar en concursos y conseguir buenos resultados desde hace ya varios años. Me dijeron que lo iban a estudiar y que en breve me dirían algo.

El resto de cosas que intentamos fueron pequeñas “triquiñuelas” de dudosa legalidad, como sobornar porteros de edificios, o colarnos en distintos hoteles. Habíamos leído que los porteros de los edificios de apartamentos eran relativamente sencillos de sobornar y que por unos pocos dírhams te dejaban subir a los rooftops sin demasiados problemas. Así es, entre otras cosas, como han estado funcionando los fotógrafos los últimos años en Dubai, a base de pequeños sobornos o de amigos viviendo o trabajando en los edificios a los que querían acceder. El problema es que parece ser que desde el año 2016 las leyes se han endurecido bastante a este respecto y los porteros ya no aceptan sobornos. Tienen miedo a perder sus trabajos y, aunque siempre de forma muy amable, rechazan tus ofrecimientos firmemente.

También nos habían dicho que era muy fácil colarse en los hoteles. Simplemente tenías que acceder a los hoteles que tuviesen terrazas comportándote con la naturalidad con la que se comportaría un cliente, coger un ascensor y subir hasta el último piso para lograr acceder a la deseada terraza, y una vez allí empezar a hacer fotos pensando en que en cualquier momento podría venir alguien y echarte (siempre contando con que si te echan, lo harán con una gran amabilidad). Pues esto también ha cambiado. Los hoteles, hartos de que se les colase gente, ahora te piden y comprueban el número de habitación antes de dejarte pasar a las terrazas, o incluso, como en el caso del Hotel Shangri-La, han limitado el acceso a las terrazas a clientes VIP del hotel, que son aquellos alojados en las habitaciones que ellos denominan Club Horizon. Y esto lo sabemos, porque el Shangri-La fue uno de los hoteles donde nos colamos y donde no nos dejaron acceder a la terraza. Yo les dije un numero de habitación real, pero no sabía lo del Club Horizon, así que nada, no hubo manera.

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Canal sunrise. Nikon D810, 23mm, f/8, 30 segundos, ISO 64, ND LucrOit HQ de 3 pasos

Pero quizás sea este hotel, el Shangri-La, el que tiene actualmente unas de las mejores vistas del Downtown de Dubai. Y digo actualmente, porque están construyendo hoteles por todos lados, seguramente muchos de ellos mejor posicionados que el Shangri-La y que en un futuro ofrecerán vistas de Dubai que en estos momentos no se pueden lograr. El caso es que, otra de las fotos que yo llevaba como objetivo del viaje era una foto que se hace desde la terraza del Shangri-La, por lo que decidimos reservar una noche en una habitación del Club Horizon de este hotel.

La experiencia no defraudó en absoluto, las vistas desde la terraza son impresionantes y entre otras fotos, pude hacer esa foto que llevaba en mente desde España y que he titulado “Xing”.

En Photoshop fusioné ambas tomas y esta es una de las fotografías con la que mostramos las técnicas que se han usado para lograrla durante los talleres de procesado de este año 2017.

El amanecer también fue apoteósico, aunque, a pesar de que las condiciones atmosféricas eran similares a las del día que apareció la niebla, no hubo suerte y nos tuvimos que conformar con un amanecer “normal”.

La estancia en el Shangri-La nos costó un dineral, tratándose de una habitación VIP en un hotel de cinco estrellas superior, pero el capricho mereció la pena. Durante poco más de 18 horas nos trataron como a reyes o a actores famosos. Todo eran lujos y atenciones a las que no estamos acostumbrados, y además hicimos fotos desde uno de los entornos urbanos más alucinantes en los que hayamos estado nunca.

Tras nuestra estancia en el Shangri-La volvimos a nuestro “modesto” hotel, donde comprobamos que solo nos quedaba un lugar accesible desde donde pudiésemos hacer fotos desde lo alto de la ciudad, el Burj Khalifa. El edificio más alto del mundo dispone de dos miradores, uno situado en la planta 124 y otro en la 140. Dada la enorme diferencia en el precio del acceso a una y a otra, y pensando que tampoco íbamos a ganar mucho al estar en el piso 140 frente a estar en el 124, decidimos optar por la opción “barata”. El mirador estaba abarrotado de gente, pero con un poco de paciencia conseguí posicionarme frente a uno de los cristales de seguridad que me permitía tener la visión del encuadre que más me convencía. De nuestra visita a lo alto del Burj Khalifa surgió la fotografía titulada “From the Top”, hecha a pulso, a través del cristal de seguridad. 

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Clouds over Dubai. Nikon D810, 14mm, f/11, 30 segundos, ISO100, ND LucrOit HQ de 10 pasos.

Antes de irnos de la ciudad, me quedaba una última foto que quería hacer a pie de calle, capturando una de las modernas estaciones del metro de Dubai (son todas iguales). Buscaba el dinamismo del tráfico en la enorme Sheikh Zayed Road, con sus 12 carriles, y la modernidad futurista de la propia estación. El lugar para hacerlo lo tenía muy a mano, prácticamente delante del Four Points Hotel, a unos 200 metros de nuestro hotel. El resultado fue “The Station”, fotografía a la que quise darle un cierto aire a lo Blade Runner, jugando con los tonos frios en los altos rascacielos en contraste con los tonos cálidos de la propia estación.

Esta fue la última foto, la última noche que estuvimos en Dubai.

Volveremos a Dubai, por supuesto, pero seguramente después del 2020, una vez haya pasado la Expo Universal, cuando la ciudad ya esté acabada y haya muchísimas menos obras. 

Al día siguiente de llegar a España, recibí un correo electrónico del departamento de marketing del Cayan Group. Me habían concedido acceso para poder fotografiar Dubai desde la Cayan Tower. El permiso solo había llegado dos días tarde. Cuando vuelva a Dubai ya sé lo que tengo que hacer para lograr acceso a los rooftops.

Javier de la Torre

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